Una noche del 2011, en
Varsovia, Polonia, antes de que empiece la anécdota que no puedo
contar en este blog, tomamos algo y nos fuimos con mis amigos a los
bares de Varsovia. Todas las chicas eran tan lindas que las palabras
las degradarían. Un amigo mío, lujanero, que había conocido hacía
un día en Varsovia, pretendía hacerles creer a las polacas que
habíamos llegado en un avión particular. Yo les decía que eso era
mentira porque pensaba que la sinceridad iba a ser recompensada.
(Como ninguna polaca va a
leer esto, voy a contar que es verdad que los polacos las tratan muy
mal, se juntan a jugar al poker y no le dan bolas a todas esas
nicolesneuman, entonces si va un argento y las piropea un poco
se mojan mucho porque no están acostumbradas a los piropos ni a los
turistas argentos.) (Había una que tenía los ojos violetas.)
En ese bar, unas chicas,
luego de obligarme a tomar muchos chupitos, nos invitaron a ir a un
boliche. Fuimos, en taxis, todos mezclados, 15 minutos de taxis
atravezando esa ciudad tan rara que es Varsovia, y cuando entramos
pasamos muchos metros de pasillos hasta entrar a un megaboliche, y
pensé “Cuánta guita me habrán de currar en la entrada?” pero
al llegar a la presumible boletería nos miraron extrañados: era
gratis. Hacía más de 20 años que había terminado el comunismo en Polonia,
pero todavía no habían logrado cobrar entrada en los boliches. Creo
que solo le cobraban a las mujeres. Intentamos dejar las camperas en
los guardarropas pero también eran gratis. Una chica demasiado linda
te daba un numerito, pero se negaba a cobrarte. También se negaba,
aunque con dudas, a que uno cruce al guardarropa de un salto típico
cajon-y-colchoneta, y la emperne en la posición perrito entre todas las camperas.
A la salida, ya era de
día, lloviznaba y me encontré con 20 taxistas que no me querían
llevar. Creo que se negaban porque yo no sabía muy bien adónde
tenía que ir. Al final uno entendió mis explicaciones (“donde
empieza Old Town, la parte toda peatonal, dejame ahí que creo que sé
como llegar”, en mi raro inglés) y le dejé una propina generosa y
le dije muchas veces que “You save my life”, nada más porque no
podía creer todo lo que estaba pasando, y acá empieza la anécdota
que no puedo contar en mi blog.
2 comentarios:
Me hiciste reir con esto man.... Estuve en Varsovia y es tal cual!!! Son todas perras! Y te recomiendo ir un toque mas al norte: Letonia, Lituania y Estonia son como llegar al cielo de las rubias. Ver un morochazo es raro y encima que las traten bien se mean encima. La que vende diarios en Buenos Aires sería modelo. Nuevamente, me hiciste reir mucho y acordarme de una que vi en un Mc Donald del shopping de Varsovia, literalmente con los ojos violetas, casi la violo con la mirada.
Abrazoooo
Sí, estuve en Letonia (Riga) y son MUCHO MÁS LINDAS (todavía) pero no te dan bola. Aguante Varsovia.
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