jueves, 10 de febrero de 2011

Montoneros


A principios de la década del 70’, algunos Montoneros eran jóvenes de clase alta o altísima que, indignados con el modo de vida “burgués” de sus padres, leían algunos libros, se sensibilizaban, y les daba por ir a ayudar a las villas, poner bombas en determinados lugares, o participar en enfrentamientos armados.
Galimberti era uno de los montoneros más desobedientes. 

01.- Montoneros Chetos

En el libro “Galimberti. De Perón a Susana. De Montoneros a la CIA”, que cuenta una transformación similar a la Anakin Skywalker en Darth Vader, de un tipo muy loco y violento llamado Rodolfo Galimberti, encontramos algunos ejemplos de Montoneros Chetos.

(Pag. 178)
Una tarde, Julieta Luro Pueyrredón invitó a Galimberti a tomar un té a su departamento de la calle Mansilla. A las seis, apareció “Julie” con su trajecito de uniforme color verde. Llegaba del colegio. Tenía diecisiete años. Era hermoso. Él le clavó la mirada.
- Ni se te ocurra… -advirtió la madre. Ya era tarde. Se inició un noviazgo fulminante. A partir de ese día en el “mundo del galimbertismo”, Julie pasó a ser Julieta. Y la mayor se convirtió en “Julieta madre”.
Julieta tenía tres hermanos. Entre ellos se trataban de usted. Era un mandato familiar. Uno estudiaba Arquitectura, otro Economía, y Patricia, de quince, que estaba en tercer año del Bayard y empezaba a militar en un local de la Jotapé del Abasto junto a los changarines.
Julieta, que era mucho más femenina que su hermana, pasaba los veranos en Los Toldos, en el campo de su abuela “Totó” Luro Pueyrredón. Era la hija de Honorio Pueyrredón, el canciller del gobierno radical de Hipólito Irigoyen, que había ganado las elecciones para la gobernación de Buenos Aires, anulada por los conservadores. En la estancia “Granja Grande”, Galimberti se encontraba con toda las primas de su novia. Entre ellas estaba Dolores Pueyrredón Larguía y había otra de quince, Fabiana, la hija de Silvina Luro Pueyrredón, que se había casado con un Cantilo. Fabiana ya empezaba a hacer canciones de rock.
El día que Julieta le presentó su novio a la abuela, Totó se indignó:
- ¿Líder de la Juventud Peronista…? ¡Qué desastre…! Si al menos hubiese sido del ERP.

(Pag. 210)
En esa época, uno de los mejores aliados de Galimberti era “Tomás”, Carlos Goldemberg, de la Unidad Básica de Combate de General Sarmiento. Era hijo de un reconocido psiquiatra. En su adolescencia, mientras hacía saltos de equitación en clubes hípicos y jugaba al rugby, Tomás empezó a militar en las FAR. Su cuñado era Carlos Olmedo. A los veintitrés años ya cargaba un complejo bagaje guerrillero: había participado en los atentados a los Minimax en 1969 y en la toma de Garín en 1970, y en 1972 realizó el apoyo externo en la fuga de Rawson y trasladó a las cúpulas guerrilleras al aeropuerto de Trelew. Como en determinado momento se encontraba él mismo dentro de avión, viajó a Cuba, aunque no estaba previsto en el plan de fuga. Otro de sus aliados era Sergio Paz Berlín, “Oaky”, hijo del dueño de Odol. Oaky tenía veintidós años. A los veinte lo habían detenido por tenencia de armas. Militaba en la FAR. Estuvo preso en el buque-cárcel Granaderos y salió en libertad por la amnistía de mayo de 1973.
La primera mujer que compuso la “banda” de Galimberti fue “Inés”, Graciela Iturraspe, una rubia de 23 años que trabajaba en el Automóvil Club y estudiaba Relaciones Públicas en la UADE mientras militaba en Descamisados. Se había casado con Jorge Taiana, el hijo del ministro de Educación. También Sergio Puiggrós, “Federico”, tenía buena información del gobierno porque era el hijo de Rodolfo Puiggrós, el rector de la Universidad de Buenos Aires. Federico era considerado un cerebro político, pero sufría de neumotórax y a menudo el reposo lo alejaba de la militancia.


02.- Los Torturados Encuentran Una Forma De Hacer “Cantar” A Uno De Los Montoneros Más Duros

(Pag. 286)
Hacía una semana que estaba en Buenos Aires, con el plan de compra de armas cerrado y a punto de volver al exterior. Hizo un contacto con un teléfono en el ámbito de la Secretaría de Finanzas, que acababa de caer, y le devolvieron una cita envenenada: en consecuencia, cayó en manos de la ESMA. Era la tercera detención de su vida. Durante dos días los marinos estuvieron ensayando sobre el cuerpo de Tonio distintas técnicas y recursos: picana con distinta carga de voltaje, inmersión bajo agua, inmersión en seco. Fueron dos días de trabajo constante. Pero él no hablaba. Ya había soportado las torturas en Trelew y mantuvo la misma postura: el silencio. Los marinos hicieron una pausa para entablar un diálogo.
- Mirá, macho, tenemos dos noticias. Una es buena y otra es mala. La buena es que llegamos a la conclusión que sos un cuadro duro. Te respetamos. Así que no te tocamos más porque es inútil: no vamos a lograr nada. ¿Es una buena noticia o no?
Tonio no respondió. Estaba tirado en una silla en un largo pasillo del subsuelo. Tenía el cuerpo morado. Le habían puesto un turbo para que el aire lo reanimara.
- Pero también tenemos una mala noticia – le dijeron -. Trajimos a tu hija para ver si ella te puede convencer.
Su hija tenía cinco años. Cuando escuchó su primer grito, Tonió pidió que la llevaran con su madre y preguntó qué querían saber. Entonces habló: contó el destino del dinero de los hermanos Born, las cuentas a su nombre en los bancos de Suiza, la operación de tráfico de armas, el avión montonero, el piloto nazi, las pistas de aterrizaje y cedió dos nombres clave de su ámbito, la Secretaría Internacional… Honorio Pueyrredaba los veranos en Los Toldos, en el campo de su abuela "n local de la Jotaps lugares, o particip

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